¡Muy buenas noches, lectores! ¡Feliz Año Nuevo y
Felices Reyes! ¿Qué tal se han portado con vosotros? Estoy segura de que como
habéis sido tan buenos, os han traído muchos regalos y sobre todo muchos,
muchos libros.
Hoy al ser un día tan especial y tener un poquito
más de tiempo, voy a publicar la primera reseña de este 2019. Se trata del
primer libro que he leído este año, titulado El secadero de iguanas de Pedro Andreu ¿No lo conocéis? Pues leed
esta reseña que seguro que os motiva a leer la obra de este magnífico autor.
Comienzo, como siempre, por resumir brevemente la novela: un motel de carretera perdido en un
desierto rocoso y asfixiante. Las tormentas de arena, las visitas de los
gitanos, las leyendas de los djin, la higuera de la que cuelgan botellas de
colores… Y como metáfora existencialista, los lagartos que cada solsticio de
verano acuden al secadero a dejarse morir de hambre… ¿Quién da más?
Lo primero que llama la atención es el lugar en el
que se desarrolla la obra: después
de un suceso devastador que ha dejado medio mundo despoblado, el autor nos abre
las puertas de un motel de carretera en mitad de un desierto, situado en una
zona perdida de la mano de Dios en la que nadie habita, donde la gente que se
hospeda en él está de paso mientras que al otro lado de la carretera las
iguanas van a morir cada verano. Es un lugar inhóspito, raro, misterioso. El
autor realiza una maravillosa descripción geográfica del lugar y de los parajes
cercanos, permitiendo al lector imaginar que este edificio se encuentra en una
hipotética Almería en un paraje desértico sin que nadie tenga el valor de pasar
por ahí y si lo hace es por necesidad.
A su vez, el autor logra crear un ambiente asfixiante
y agobiante, ya que el calor perpetuo es el fiel acompañante de los personajes
de esta obra.
Por otro lado, este edificio se localiza en una zona
donde las inclemencias del tiempo condicionan al 100% la vida de las protagonistas
durante largos periodos de tiempo. Es un factor muy limitante ya que impide
llevar a cabo la actividad cotidiana de los personajes y el funcionamiento
normal en ese motel.
Y qué decir de los personajes de esta obra… Si soy honesta, no son personas
agradables. Son duras, muy complicadas, cargando dolores imposibles de asumir,
con pasados destructivos y futuros inciertos e invisibles. Muchos de ellos se
meten en un bucle de autodestrucción donde cualquier atisbo de mejora le es
impensable. Creo que es importante comprender las circunstancias y el lugar en
el que viven para entender sus actuaciones y las dificultades que deben superar.
En realidad buscan sobrevivir al pasado, al presente, son personajes fuertes,
casi superhéroes de carne y hueso, pero aunque en algún momento conocen la luz,
la oscuridad vuelve y les borra de golpe y porrazo ese atisbo de esperanza… Nos
hacen sentir pena, dolor, congoja, alegría, nos provocan el llanto y nos
remueven por dentro. Andreu a su vez describe tanto física como psicológicamente
estos personajes de forma magistral. Es más, como he comentado antes, los
sientes tuyos, te metes en la novela tanto que ante cualquier problema sientes su
angustia y su dolor.
Voy a hacer una excepción, y en este caso no voy a decir
el nombre de los protagonistas de este ejemplar. No por nada, ni mucho menos
porque no tengan importancia. Todo lo contrario. Todos tienen importancia y no
quiero destacar uno por encima de otro, sería injusta con ellos.
El secadero de
iguanas es un libro
que se divide en 4 bloques. Dentro
de ellos encontramos subcapítulos con un título y a su vez, se subdivide en
otros apartados de forma numérica. A priori puede parecer confuso, pero creedme
que ayuda a estructurar el tomo, porque a pesar de su breve apariencia, en él
hay mucho que contar.
Narrado en tercera
persona del pasado, este narrador
omnisciente nos cuenta todo, con lujo de detalles, sin dejar un cabo por
atar.
Una vez dicho esto, quiero destacar el juego temporal que el autor realiza en
su obra. Al igual que ambienta y describe a la perfección el mínimo dato de su novela,
con el “tiempo” es algo ambiguo. Me explico. No se sabe bien en qué periodo se
desarrolla la historia. Puedes intuirlo por los utensilios que utilizan los
personajes, pero no estás seguro del todo. A su vez, me ha gustado mucho son
los saltos temporales que realiza. En realidad no sigue normas. Lo mismo te
relata al milímetro un suceso que tiene lugar en 2 horas, que de un capítulo a otro
han pasado 3 años ¿Sorprendente? Sí. Pero creo que si lo hiciera de otro modo,
metería excesivos detalles que no serían necesarios para la obra y terminarían
por aburrir al lector.
El lenguaje
que emplea para narrar su obra es sencillo, pero a la vez poético. Utiliza
muchísimos recursos lingüísticos como las metáforas o las comparaciones, enriqueciendo
su narración, sin dificultar su lectura.
La trama se
desarrolla a una velocidad de vértigo, enganchando a quien lea las páginas
de este breve ejemplar, generando un contraste de quietud del desierto, sorprendiendo,
frente a unos hechos dramáticos que se desarrollan tan rápido, que dejan al
lector exhausto y boquiabierto. Hay que añadir que las frases cortas y
concisas, han favorecido mucho a este factor.
Espero que su adaptación al cine esté a la altura de
su obra. Va a ser una auténtica pasada.
¿Qué me ha aportado este secadero de iguanas?
Primero, el valor de la supervivencia. La valentía y
la capacidad de seguir adelante a pesar de todo y de todos. Incluso del dolor
más profundo, seguir. La vida ya te marcará el camino.
Segundo, la importancia de la libertad. Ya sea física
o mental. Hay muchos personajes que se sienten atados a una realidad
desagradable y es que donde están no es nada alentador. No hay nada bonito ni
llamativo a su alrededor. Ansían esa libertad, y es curioso porque hay quien la
encuentra y no sabe qué hacer con ella.
Por otro lado es muy importante la búsqueda de su
identidad, la necesidad de borrar daños pasado y empezar de cero como sea. Ese
motel ha sido el punto de partida de muchos personajes. En él hay una cantidad
de símbolos tan importantes, donde las raíces se meten tan adentro que a veces
es imposible escapar, pero la fuerza de voluntad es tan grande que saldrán
adelante.
Y por último destaco los toques fantásticos que
Pedro Andreu ha añadido a su obra. Me han fascinado y sobre todo los últimos
capítulos me han puesto la piel de gallina. Gracias.
Finalizo la reseña dando también las gracias a Juan
Manuel por darme la oportunidad de conocer esta obra y a su magnífico autor.
Espero que os motive a leer más libros de él,
¡Feliz noche! ¡Nos seguimos leyendo! ^^
Ediciones
y precios del libro
Tapa blanda con solapa (Frida ediciones, 292 págs,
2016): 14 €
Os dejo el enlace de Amazon para quien quiera comprar un ejemplar.
El autor
Pedro Andreu (Palma,
1976) es autor de siete libros de poemas: Partida
entre canallas (XII Premio Nacional de Poesía Blas de Otero. Madrid, 2001),
Anatomía de un ángel hembra (Palma, 2008), A Quemarropa (bajo el pseudónimo de Travis Ortega. Palma,
2010), El frío (VII Premio
Cafè Món. Palma, 2010), Alquiler a las
afueras (Palma, 2014), Laura y el
Sistema (Madrid, 2014), con tres ediciones en menos de un año y más
de dos mil ejemplares vendidos, y La amplitud de una nevera americana (Madrid,
2015). Ha colaborado con relatos, poemas y reseñas literarias en diversas
revistas españolas e hispanoamericanas, así como en algunas antologías.
Su
única novela publicada es El secadero de
iguanas (I Premio Internacional de Novela Fantástica. Vitoria, 2010).
Algunas de sus obras también han sido editadas en formato electrónico (Leer-e,
2012). Tras los más diversos empleos y haber residido cerca de dos años en
Sudamérica como cooperante internacional, hoy en noche ejerce de juglar en paro
y se gana los panes en un centro de acogida para víctimas de violencia de
género en Mallorca. Tiene un alma nómada, ridícula, y un corazón mordido de
palabras.
Página
web del autor: http://pedroandreu.com/
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