domingo, 6 de enero de 2019

“El secadero de iguanas”, de Pedro Andreu

Secadero iguanas andreu
¡Muy buenas noches, lectores! ¡Feliz Año Nuevo y Felices Reyes! ¿Qué tal se han portado con vosotros? Estoy segura de que como habéis sido tan buenos, os han traído muchos regalos y sobre todo muchos, muchos libros.

Hoy al ser un día tan especial y tener un poquito más de tiempo, voy a publicar la primera reseña de este 2019. Se trata del primer libro que he leído este año, titulado El secadero de iguanas de Pedro Andreu ¿No lo conocéis? Pues leed esta reseña que seguro que os motiva a leer la obra de este magnífico autor.

Comienzo, como siempre, por resumir brevemente la novela: un motel de carretera perdido en un desierto rocoso y asfixiante. Las tormentas de arena, las visitas de los gitanos, las leyendas de los djin, la higuera de la que cuelgan botellas de colores… Y como metáfora existencialista, los lagartos que cada solsticio de verano acuden al secadero a dejarse morir de hambre… ¿Quién da más?

Lo primero que llama la atención es el lugar en el que se desarrolla la obra: después de un suceso devastador que ha dejado medio mundo despoblado, el autor nos abre las puertas de un motel de carretera en mitad de un desierto, situado en una zona perdida de la mano de Dios en la que nadie habita, donde la gente que se hospeda en él está de paso mientras que al otro lado de la carretera las iguanas van a morir cada verano. Es un lugar inhóspito, raro, misterioso. El autor realiza una maravillosa descripción geográfica del lugar y de los parajes cercanos, permitiendo al lector imaginar que este edificio se encuentra en una hipotética Almería en un paraje desértico sin que nadie tenga el valor de pasar por ahí y si lo hace es por necesidad.

A su vez, el autor logra crear un ambiente asfixiante y agobiante, ya que el calor perpetuo es el fiel acompañante de los personajes de esta obra.

Por otro lado, este edificio se localiza en una zona donde las inclemencias del tiempo condicionan al 100% la vida de las protagonistas durante largos periodos de tiempo. Es un factor muy limitante ya que impide llevar a cabo la actividad cotidiana de los personajes y el funcionamiento normal en ese motel.

Y qué decir de los personajes de esta obra… Si soy honesta, no son personas agradables. Son duras, muy complicadas, cargando dolores imposibles de asumir, con pasados destructivos y futuros inciertos e invisibles. Muchos de ellos se meten en un bucle de autodestrucción donde cualquier atisbo de mejora le es impensable. Creo que es importante comprender las circunstancias y el lugar en el que viven para entender sus actuaciones y las dificultades que deben superar. En realidad buscan sobrevivir al pasado, al presente, son personajes fuertes, casi superhéroes de carne y hueso, pero aunque en algún momento conocen la luz, la oscuridad vuelve y les borra de golpe y porrazo ese atisbo de esperanza… Nos hacen sentir pena, dolor, congoja, alegría, nos provocan el llanto y nos remueven por dentro. Andreu a su vez describe tanto física como psicológicamente estos personajes de forma magistral. Es más, como he comentado antes, los sientes tuyos, te metes en la novela tanto que ante cualquier problema sientes su angustia y su dolor. 

Voy a hacer una excepción, y en este caso no voy a decir el nombre de los protagonistas de este ejemplar. No por nada, ni mucho menos porque no tengan importancia. Todo lo contrario. Todos tienen importancia y no quiero destacar uno por encima de otro, sería injusta con ellos.

El secadero de iguanas  es un libro que se divide en 4 bloques. Dentro de ellos encontramos subcapítulos con un título y a su vez, se subdivide en otros apartados de forma numérica. A priori puede parecer confuso, pero creedme que ayuda a estructurar el tomo, porque a pesar de su breve apariencia, en él hay mucho que contar.

Narrado en tercera persona del pasado, este narrador omnisciente nos cuenta todo, con lujo de detalles, sin dejar un cabo por atar.  

Una vez dicho esto, quiero destacar el juego temporal que el autor realiza en su obra. Al igual que ambienta y describe a la perfección el mínimo dato de su novela, con el “tiempo” es algo ambiguo. Me explico. No se sabe bien en qué periodo se desarrolla la historia. Puedes intuirlo por los utensilios que utilizan los personajes, pero no estás seguro del todo. A su vez, me ha gustado mucho son los saltos temporales que realiza. En realidad no sigue normas. Lo mismo te relata al milímetro un suceso que tiene lugar en 2 horas, que de un capítulo a otro han pasado 3 años ¿Sorprendente? Sí. Pero creo que si lo hiciera de otro modo, metería excesivos detalles que no serían necesarios para la obra y terminarían por aburrir al lector.

El lenguaje que emplea para narrar su obra es sencillo, pero a la vez poético. Utiliza muchísimos recursos lingüísticos como las metáforas o las comparaciones, enriqueciendo su narración, sin dificultar su lectura.

La trama se desarrolla a una velocidad de vértigo, enganchando a quien lea las páginas de este breve ejemplar, generando un contraste de quietud del desierto, sorprendiendo, frente a unos hechos dramáticos que se desarrollan tan rápido, que dejan al lector exhausto y boquiabierto. Hay que añadir que las frases cortas y concisas, han favorecido mucho a este factor.

Espero que su adaptación al cine esté a la altura de su obra. Va a ser una auténtica pasada.

¿Qué me ha aportado este secadero de iguanas?

Primero, el valor de la supervivencia. La valentía y la capacidad de seguir adelante a pesar de todo y de todos. Incluso del dolor más profundo, seguir. La vida ya te marcará el camino.

Segundo, la importancia de la libertad. Ya sea física o mental. Hay muchos personajes que se sienten atados a una realidad desagradable y es que donde están no es nada alentador. No hay nada bonito ni llamativo a su alrededor. Ansían esa libertad, y es curioso porque hay quien la encuentra y no sabe qué hacer con ella.

Por otro lado es muy importante la búsqueda de su identidad, la necesidad de borrar daños pasado y empezar de cero como sea. Ese motel ha sido el punto de partida de muchos personajes. En él hay una cantidad de símbolos tan importantes, donde las raíces se meten tan adentro que a veces es imposible escapar, pero la fuerza de voluntad es tan grande que saldrán adelante.

Y por último destaco los toques fantásticos que Pedro Andreu ha añadido a su obra. Me han fascinado y sobre todo los últimos capítulos me han puesto la piel de gallina. Gracias.

Finalizo la reseña dando también las gracias a Juan Manuel por darme la oportunidad de conocer esta obra y a su magnífico autor. Espero que os motive a leer más libros de él,

¡Feliz noche! ¡Nos seguimos leyendo! ^^

Ediciones y precios del libro

Tapa blanda con solapa (Frida ediciones, 292 págs, 2016): 14 €

Os dejo el enlace de Amazon para quien quiera comprar un ejemplar. 

El autor

Pedro Andreu (Palma, 1976) es autor de siete libros de poemas: Partida entre canallas (XII Premio Nacional de Poesía Blas de Otero. Madrid, 2001), Anatomía de un ángel hembra (Palma, 2008), A Quemarropa (bajo el pseudónimo de Travis Ortega. Palma, 2010), El frío  (VII Premio Cafè Món. Palma, 2010), Alquiler a las afueras (Palma, 2014), Laura y el Sistema  (Madrid, 2014), con tres ediciones en menos de un año y más de dos mil ejemplares vendidos, y La amplitud de una nevera americana (Madrid, 2015). Ha colaborado con relatos, poemas y reseñas literarias en diversas revistas españolas e hispanoamericanas, así como en algunas antologías. 

Secadero iguanas andreu



Su única novela publicada es El secadero de iguanas (I Premio Internacional de Novela Fantástica. Vitoria, 2010). Algunas de sus obras también han sido editadas en formato electrónico (Leer-e, 2012). Tras los más diversos empleos y haber residido cerca de dos años en Sudamérica como cooperante internacional, hoy en noche ejerce de juglar en paro y se gana los panes en un centro de acogida para víctimas de violencia de género en Mallorca. Tiene un alma nómada, ridícula, y un corazón mordido de palabras.


Página web del autor: http://pedroandreu.com/

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